El Cardenal confesor de Pompeya
Seguro que en la reciente convocatoria de nuevos integrantes del Colegio de Cardenales que se acaba de dar a conocer, un nombre a muchos ha sorprendido: es el del Padre Luis Pascual Dri, capuchino. Es indudable que los demás nuevos purpurados tienen méritos sobrados para ser distinguidos con la birreta y han prestado enormes servicios a la Iglesia en puestos claves. Y a este nuevo Cardenal se le puede aplicar la misma consideración: sus merecimientos son enormes. La diferencia es que los ha realizado de modo distinto: el Padre Dri ha pasado muchos años en la iglesia de Nuestra Señora de Pompeya, uno de los santuarios más populares de la ciudad de Buenos Aires, dedicado al ministerio de la confesión, y aún (casi centenario) lo sigue haciendo.
Son los mismos méritos, diría yo, que el de cualquier otro sacerdote que se dedique con tanta dedicación a esta obra de misericordia. Él fue distinguido con este nombramiento porque el Papa Francisco lo conocía desde hace años. De hecho varias veces ha hablado de él: la última vez el año pasado en un curso para confesores. En esa ocasión dijo de él: