El Papa Francisco y la trampa de Notre Dame
Ayer por la tarde, después de cenar con unos amigos sacerdotes, vimos por un canal de YouTube en diferido la ceremonia de reinauguración de Notre Dame, que por fin volvía al culto. Disfrutamos mucho viendo las imágenes de la impresionante catedral de París en todo su esplendor. Y viendo el desarrollo de los actos, yo agradecí en mi interior qué el Papa no fuera para esta ocasión.
La sala de prensa de la Santa Sede comunicó que quería que el protagonista fuera la propia Notre Dame, además de que parecía mejor que la liturgia fuera celebrada por el arzobispo de París, al ser la apertura de la catedral de la ciudad. Seguro que había otros motivos que se hubieran podido ofrecer a la opinión pública, como la creación de los nuevos cardenales o algún acto protocolario del domingo. También es cierto que Francisco tiene previsto viajar a Córcega en unos días, y sería excesivo que haga dos visitas oficiales a un país en dos semanas.
Mucho se habla estos días en España de las monjas de Belorado, ya excomulgadas. Lo cual es un momento triste para toda la Iglesia: la expulsión de una entera comunidad religiosa (o casi entera) es un hecho ciertamente aciago.
Parece que últimamente el trabajo de obispo en Argentina es uno de los perfiles laborales más complicados de seleccionar. Hoy la actualidad eclesial se ha desayunado con la aceptación del Papa de la renuncia del Arzobispo de La Plata. Mons. Gabriel Mestre, que sucede en la sede platense al Cardenal Víctor Fernández y anteriormente fue Obispo de Mar del Plata, pasó a ser emérito a la edad de 55 años y después de solo 10 meses de ministerio en su nueva sede.
Frente a la perpetuación de los abusos litúrgicos, con la