La iglesia que arde sí ilumina
La única iglesia que ilumina es la que arde. Esta expresión, que se atribuye al revolucionario ruso Piotr Kropotkin (1842-1921) ha sido gritada demasiadas veces en los 100 años que hace que se pronunció por vez primera. Lamentablemente muchas veces no ha sido una simple puesta en escena, sino que desde entonces han ardido miles de iglesias en todo el mundo a manos de violentas turbas que aplaudían y coreaban rítmicamente esta frase. La última vez hace unos días en Santiago de Chile.
Lo que está ocurriendo en Santiago no es novedad: desde la muerte de San Esteban las persecuciones han acompañado a los cristianos hasta el día de hoy. El Señor ya se lo anunció a los Apóstoles (cf. Mc 10, 29-30), y desde que a Kropotkin se le ocurrió esa frase son muchos los cristianos que han sufrido las consecuencias de esta ocurrencia, con el resultado de varios millones de muertos y muchos miles de iglesias iluminando el cielo con sus llamas.
Seguramente la mayoría de los que lean estas líneas se habrán alegrado con la reciente beatificación del joven Carlos Acutis. Ciertamente es tan cercano a nuestra época que ahora podemos decir que hay fieles elevados a los altares que han diseñado blogs y han participado en redes sociales. No sé cómo lo representarán, ojalá que aparezca algún teléfono inteligente en sus manos o un símbolo de arroba.
"Un nuevo pronunciamiento orgánico de la Santa Sede sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida parecía oportuno y necesario en relación con la situación actual, caracterizada por un contexto legislativo civil internacional cada vez más permisivo en lo que respecta a la eutanasia, el suicidio asistido y las disposiciones relativas al final de la vida". Así lo declaró el Cardenal Luis Francisco Ladaria Ferrer, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al presentar hoy en la Oficina de Prensa del Vaticano la Carta Samaritanus bonus de fecha 14 de julio de 2020.
Un sol del que se descubren nuevos rayos de vez en cuando. Se podría pensar en las Letanías Lauretanas, las invocaciones seculares a la Virgen que tradicionalmente concluyen el rezo del Rosario. A las ya conocidas el Papa Francisco ha decidido añadir tres nuevas: "Mater Misericordiae", "Mater Spei" y "Solacium migrantium", es decir: "Madre de la Misericordia", "Madre de la Esperanza" y "Consuelo" pero también "Ayuda" de los migrantes.
Lo había preanunciado en su discurso final en el Sínodo sobre la Amazonia, y ahora esa indicación se concretiza. El Papa Francisco ha escrito a Monseñor Joseph Marino, el nuevo Presidente de la Academia Pontificia Eclesiástica –la escuela para la formación del personal diplomático de la Santa Sede– pidiendo que se incluya en el plan de estudios un año de misión en una Iglesia local. La Carta del Pontífice está fechada el 11 de febrero. Francisco recuerda "el deseo de que los sacerdotes que se preparan para el Servicio diplomático de la Santa Sede dediquen un año de su formación al compromiso misionero en una diócesis".