Regresé de nuevo, dice Reto B. Müller, quien participa en la campaña de la Iglesia católica en Basilea.
Las Iglesias oficiales suizas multiplican sus estrategias para contrarrestar el continuo descenso del número de sus fieles a través, por ejemplo, de campañas de mercadotecnia y de su presencia entre la gente.
Tras la apertura de una capilla en un centro comercial de Zúrich, la Iglesia católica de Basilea ha distribuido volantes para invitar a la gente que ha desertado de esa institución, a volver a ella.
Pascua es la festividad cristiana más importante, pero cada vez menos gente lo sabe. Los huevos de colores y los conejos de chocolate han ocupado el imaginario colectivo, dejando poco espacio a la resurrección de Cristo.
La tendencia es clara: en un país tradicionalmente cristiano como Suiza se está asistiendo a una desafección cada vez más marcada hacia las iglesias cristianas oficiales.
Emblemático resulta el caso de la ciudad de Basilea, donde más del 50% de la población no es miembro de ninguna de las tres Iglesias oficiales de Suiza (la evangélica, la católica-romana y la católica cristiana).
En esa conglomeración a orillas del Rin, sobre todo la Iglesia católica romana ha sido la más afectada: tenía 90.000 fieles en la década de los años 70, 30.000 en 2006 y si se mantiene el ritmo actual, tendrá 20.000 miembros en 15 años.
Menos fieles significa menos ingresos fiscales; menos ingresos fiscales significa menos presencia en el tejido social, en la escuela primaria, por ejemplo, donde actualmente están inscritos 75% de los niños para acudir a la clase de religión ecuménica. Paradójicamente, un tercio de ellos no es miembro de ninguna iglesia: sus familias están interesadas en transmitirles un saber cultural ligado a la tradición cristiana, pero no "pagando" por este servicio.
Volantes y anuncios
La Iglesia católica romana de Basilea ha decidido reaccionar ante esta situación con medidas de ahorro, pero también destacando el valor de lo que ofrece. A finales de marzo lanzó una campaña revestida de pequeños anuncios en los diarios y volantes distribuidos en varios puntos muy frecuentados de la ciudad.
Se trata de retratos de personas que han decidido reinscribirse oficialmente en esa institución religiosa y que cuentan sus historias personales, en las que cada lector puede reconocerse. Es al menos lo que espera Xaver Pfister, encargado del servicio de información de la Iglesia católica de Basilea.
"En esta campaña partimos de una constatación", indica Pfister. "Salirse de la iglesia es 'normal' en Basilea, por ello no es importante discutir este punto, sino apuntar hacia la perspectiva de que ¡se puede también entrar a la Iglesia!"
O reingresar a ella. Como ha hecho la octogenaria Maria Schnyder, quien le dio la espalda porque una amiga le dijo: "¡Estas loca pagando la tasa impositiva al culto!".
O el caso de Reto Müller, de 32 años, quien no está de acuerdo con la posición oficial de la Iglesia católica sobre cuestiones como la prohibición a mujeres al sacerdocio, la homosexualidad, el suicidio o el perdón a Pinochet o Franco al recibir al borde de la muerte los sacramentos.
"Estas eran preguntas que me impulsaron a salir de la iglesia, pero mi fe siguió. Las cuestiones permanecen, sólo que ya no las veo como contradictorias con mi fe", se lee en el volante que explica la decisión de Reto Müller de regresar a esa Iglesia.
La campaña está dotada de medios financieros muy limitados, apenas 10.000 francos. "No creo que registremos un aumento en las inscripciones a la Iglesia, pero la campaña es un buen modo de atraer la atención de la opinión pública", indica Pfister.
Ofensiva de mercadotecnia
Una atención que resulta necesaria. Las instituciones eclesiásticas oficiales resultan hoy día una oferta de fe entre muchas otras, donde compiten con la filosofía oriental, tendencias 'new age' u otros credos en esta especie de gran mercado de las religiones. Los "clientes" no llegan ya solos, sino que se tiene la tarea de buscarlos. Y para atraerlos, la Iglesia ha adoptado instrumentos del mercadeo moderno.
"El marketing es comunicación y el diálogo con la gente ha sido siempre una de las tareas principales de la Iglesia", dice Pfister. Distribución de volantes, publicación de anuncios o la apertura de una capilla en el centro comercial de Sihlcity en Zúrich son diversas tentativas para entrar en contacto con la gente, para seguirle los pasos a un mundo que cambia y en donde para muchos ser cristiano - o religioso- no equivale más a asistir a la iglesia.
La Iglesia, dice Pfister, debería tener en cuenta estas nuevas formas de religiosidad e integrarlas como ya ocurrió en el pasado. Como ejemplo, la Navidad que no corresponde a la fecha de nacimiento de Jesús sino que recupera la fiesta romana del 'sol invictus'.
Ir al encuentro de la gente, agrega Pfister, "no significa doblegarse a los caprichos actuales. No somos una empresa que cambia de producto si lo que vendía primero no tiene más demanda. Podemos repensar muchas cosas, pero el Evangelio sigue siendo nuestro punto de referencia fundamental".
Un punto de referencia que la Iglesia católica de Basilea quiere mostrar en ocasión del Campeonato de Fútbol de Europa de 2008, que tendrá lugar en Suiza y Austria. "Estamos pensado en crear algo así como un teatro callejero, con actores que se presenten en lugares públicos. En un primer momento, la gente debe tener la impresión de asistir a una discusión real. Después, una vez que los actores hayan partido, los espectadores abordarían los temas mencionados", es la esperanza de Pfister.
Fuente: Swissinfo, servicio del 9 de abril de 2007