Dimensión espiritual de la inculturación
Gracias al auxilio del Espíritu Santo la comunidad formativa puede descubrir las semillas del Verbo en sus culturas de origen que, aunque previamente cristianizadas, conservan elementos culturales anteriores aún no asimilados o defectuosamente integrados por la Evangelización, lo que ha provocado en ocasiones sincretismos inadecuados.
Por tanto, es importante que los seminaristas tengan trato habitual con el Espíritu Santo: enseñarlos a invocarlo cotidianamente, tener una relación más personalizada y viva con Él. Se puede organizar talleres de oración en clave pneumatólogica y ejercicios al menos con una frecuencia semanal de lectio divina en aquellos pasajes bíblicos en los cuales puede profundizarse en la relación con el “Gran Desconocido” de la Teología.
El acompañante espiritual del seminario es uno de los agentes principales de inculturación ya que él procura diligentemente la formación de una conciencia recta, acompañando el proceso de formación en el fuero interno del aspirante al presbiterado. Se hace necesario que el formador sea preparado en la valoración de la religiosidad popular como un ámbito especial de inculturación.
La atmósfera de confianza que se crea entre los seminaristas y sus acompañantes espirituales hace que aborden muchos temas de muy diverso carácter, por lo cual es necesario que el director espiritual sepa ser asertivo en las orientaciones desde la clave de la inculturación.
Religiosidad popular y liturgia
En la religiosidad popular se produce de manera natural el diálogo mutuo entre la cultura donante del evangelio, previamente inculturado, y la cultura receptora. Sin embargo, por el encuentro de mutuo enriquecimiento, las gentes sencillas van asimilando y haciendo propios en categorías de su cultura popular realidades de la fe. Por tanto, es fundamental que la comunidad formativa y, de manera particular los formadores, valoren positivamente dichas expresiones culturales.
Uno de los aspectos más factibles de inculturación es la celebración litúrgica. En el ámbito de la celebración inculturada de los sacramentos pueden sembrarse los valores evangélicos de forma privilegiada y desarrollar la convicción necesaria para una vivencia coherente del misterio en la codificación dinámica del rito inculturado.
Sin lugar a dudas el canto popular religioso es una de los ámbitos de inculturación más idóneo ya que a través de la música se transmiten patrones culturales profundos. Por tanto, en los seminarios foméntense los cantos populares religiosos, haciendo las aclaraciones dogmáticas que sean necesarias, incluso integrándolas en la versión que se ofrece al canto.
El pueblo latinoamericano tiene una devoción muy acendrada a los santos. Por lo cual podrían ensayarse inculturaciones relacionadas con los santos. Por ejemplo, fomentar los cantos populares dedicados a los santos y las procesiones, dejándonos interpelar por la piedad popular del pueblo, que nos puede enseñar muchas cosas.
Dimensión intelectual de la inculturación
Es fundamental que todos los agentes de pastoral sean formados para realizar adecuadamente la inculturación. Esto se hace urgente en el caso de los futuros pastores por su efecto multiplicador en la Iglesia. Los presbíteros son catalizadores de procesos evangelizadores en la Iglesia. A este fin se pueden estructurar cursos, talleres y diplomados sobre la inculturación aplicada a las diversos ámbitos pastorales.
Se puede, incluso, diseñar alguno de estos cursos o talleres de forma itinerante a fin de abaratar los costos y acercar esta herramienta a los agentes de pastoral. Todos los esfuerzos son pocos para llevar a cabo este objetivo.
Uno de los portadores de cultura más evidente es el lenguaje. Por tanto, todo lo relacionado al aprendizaje de las lenguas autóctonas en el caso de las etnias y los giros particulares del lenguaje en el caso de la misma lengua encarnada en las diversas culturas, será una materia obligatoria, ya que la lengua es una herramienta muy útil para comprender la cultura del otro, por lo tanto para detectar las semillas del Verbo en las diversas culturas.
La inculturación en los centros de formación
En el seno de las universidades o centros de estudios filosóficos y teológicos se pueden fomentar encuentros entre alumnos y profesores para abordar temas monográficos de inculturación. He aquí algunos posibles temas: inculturación y juventud postmoderna; inculturación y New Age; inculturación y familia; inculturación y arte; inculturación y la educación universitaria; inculturación en la concepción del trabajo en América Latina. Esto ayudará a tomar conciencia sobre el tema y dará herramientas útiles para su puesta en práctica.
Es importante que las ratio sobre la formación sacerdotal en cada país dediquen a la inculturación un capítulo bien desarrollado y que invite a la operatividad. Además, se hace imperativo fijar modalidades de evaluación periódica. El auxilio de un perito en planificación sería lo ideal.
Es necesario que esta relevancia dada a la inculturación sea bajada al nivel operativo en el proyecto formativo de cada seminario y en las planificaciones anuales.
Es necesario incluir en el curriculum teológico una materia dedicada a la teología de la inculturación. Esta reflexión permitirá seguir desentrañando todas las virtualidades que permitan hacer más efectiva su puesta en práctica. En los seminarios se debe estudiar de manera sistemática la cultura popular de forma especial de las zonas geográficas de origen de los aspirantes al presbiterado. Así como estudios de carácter más general a nivel de regiones o naciones.
Los seminaristas deben ser ayudados a profundizar en la cultura juvenil. También en la cultura de los jóvenes podemos encontrar semillas del Verbo. Los jóvenes deben ser evangelizados por los mismos jóvenes. Son éstos los que están preparados para generar nuevas expresiones y métodos para llegar a la juventud. Ellos pueden generar una codificación adecuada del mensaje evangélico, tomando en cuenta los valores que se consiguen en los jóvenes y que son parte de la Buena Noticia.
Algunas manifestaciones culturales actuales
Cultura de vida
Vivimos lamentablemente en una cultura que se inclina hacia la muerte sobre todo de los más débiles e inocentes. Ninguna guerra ha producido tantas muertes como los abortos que se realizan en los últimos años en el mundo. Estamos llamados a descubrir las semillas del Verbo de la Vida en la cultura actual y mostrarla con fuerza y audacia en este mundo “asesino del niño no nacido”.
Nunca como hoy tenemos conciencia de acciones genocidas, terrorismo, guerras fratricidas, eutanasia, entre otros atentados a la vida. Tenemos que subrayar las raíces culturales ecológicas y del respeto a la creación, a la madre tierra y todas sus criaturas.
Algunos de nuestros países viven lamentablemente en un clima de violencia y agresividad que llega a los extremos de la lucha armada. Es necesario que ayudemos a los seminaristas a ser propagadores de la cultura de la paz y la resolución de los problemas por la vía no violenta activa. Serán necesarias reflexiones guiadas sobre este tema específico.
Cultura urbana y cultura rural
En algunos seminarios conviven muchachos que vienen de sectores urbanos y rurales. La urbe con sus elementos propios va configurando una cultura singular en la cual también hay semillas del Verbo. El hombre de la urbe tiene aspectos particulares que deben ser aprovechados en la evangelización tal como, por ejemplo, el uso de los medios masivos de comunicación social. Es necesario que los seminaristas estudien la cultura urbana y ensayen en su práctica pastoral nuevos métodos y expresiones en la evangelización: creación de grupo bíblicos; la celebración de la Palabra en las comunidades de base; programas de radio; etc.
Hay diócesis con extensas zonas rurales. El entorno rural crea condiciones que configuran maneras especiales de pensar, ser, sentir y trabajar, es decir, tiene unas manifestaciones culturales con sus características específicas. Los seminaristas, de manera especial los pertenecientes a estos ambientes rurales, deben ser iniciados en el estudio de la cultura rural como medio para la inculturación.
Cultura indígena
En América latina, sobre todo en zonas geográficas en las cuales la presencia de las etnias indígenas es una realidad generalizada, la necesidad del diálogo es imperiosa. Por ello los seminaristas deben aprender a realizar un “diálogo de vida” con personas de otras iglesias históricas, otras denominaciones cristianas y etnias indígenas con sus creencias propias, miembros de otras religiones, y con todo hombre de buena voluntad, incluidos ateos, indiferentes y agnósticos.
Es necesario estudiar la religiosidad indígena ya que ésa es la cultura de los habitantes originarios del continente y en los cuales aún hay semillas del Verbo por descubrir y enriquecer las inculturaciones actuales. En México, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Perú y otras naciones de América Latina la presencia indígena se extiende en muchas regiones geográficas. Debemos aprender a valorar nuestras raíces étnicas y descubrir nuestros valores aborígenes.
Puede ser una buena experiencia que los seminaristas, en el año de pastoral o en los tiempos de vacaciones vayan a terrenos de misión ad gentes.
Todos los esfuerzos que se puedan realizar de cara a la preparación teórica y práctica en las expresiones del arte popular, ayudarán a los candidatos al presbiterado a sensibilizarse y valorar sus culturas de origen, además, de ser esta una preparación de internalización de los valores propios y de la asimilación del evangelio inculturado en sus propias expresiones culturales y otras realidades sociales con menos o sin contenido religioso en las cuales se pueden descubrir también las semillas del Verbo.
El capítulo de la historia de las culturas de origen es importante. En la mayoría de los pensum académicos de filosofía y teología no está presente una historia de la cultura en general y menos aún de las diferentes culturas de origen. La historia de las diversas culturas como insumo fundamental para el proceso de inculturación puede ser una de las materias de reflexión en la etapa del propedéutico, especialmente si no está en el pensum.
Conjugar lo universal y lo local
Estamos insistiendo desde el principio en la valoración de lo específico de las culturas de origen en búsqueda de las semillas del Verbo esparcidas en ellas. Sin embargo, es importante no perder de vista el aspecto universal de la Iglesia, de la fe y del Evangelio mismo. Para salvaguardar la universalidad se puede subrayar la presencia significativa del Verbo en las diversas culturas, tanto en las más cercanas a nivel geográfico y cultural como a las semillas del Verbo presentes en culturas en las cuales las diferencias sean más acentuadas.
Con esta dinámica se debe subrayar, de manera didáctica, el mutuo enriquecimiento multicultural de la Iglesia. Afirma Juan Pablo II, refriéndose a la Única Iglesia de Cristo, que la Iglesia respira con dos pulmones: uno lo constituyen las Iglesias Occidentales, y el otro pulmón las Iglesias Orientales. Luego explica qué elementos de mutuo enriquecimiento aporta cada una. Podríamos decir que cada cultura en el mundo, siguiendo esta misma analogía, lo conforman cada uno de los bronquios de ambos pulmones, pero todos conforman el único aparato respiratorio que sería lo universal.
La formación en lo intelectual no solamente se produce a través del estudio sistemático del material académico, sino que el conocimiento también se transmite a través de foros, congresos y talleres que sirvan para compartir experiencias de inculturación. Es importante que este tipo de experiencias sean fomentadas desde los centros de estudios académicos como desde la conferencia episcopal entre los formadores por regiones.
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