Aún resuena en nuestros oídos el relato de la pasión del Señor, que se escuchó en nuestras iglesias el pasado Viernes Santo.
Entre los personajes que aparecen en esa historia, uno de los más relevantes es Poncio Pilatos. La imagen que nos ha llegado de él es la de un juez débil e influenciable. Pienso que su actitud es más bien la de un habilísimo político, porque arrancó de las autoridades de Jerusalén una declaración que hubiera sido impensable: el Sanedrín, con el Sumo Sacerdote a la cabeza y apoyado por una multitud, declaró: «¡No tenemos más rey que el César!» (Jn 19, 15). Seguramente cuando regresó a Roma el procurador romano recibió cálidas felicitaciones de las autoridades imperiales por este éxito.
Sin embargo, para obtener esta rotunda afirmación tuvo que enviar a la muerte a un inocente. Los cristianos sabemos que no era un simple error judicial, sino que se trataba del Hijo de Dios encarnado que se entregaba por nuestra redención. Admitamos que Pilatos esto no lo sabía: pero nada justifica que un juez entregue a los verdugos a un inocente por un rastrero cálculo de poder. Pilatos era un astuto político, pero un juez indigno.
Hoy en Argentina se está debatiendo un proyecto de ley que ampliaría la despenalización del aborto. El presidente Mauricio Macri favoreció el debate sobre el aborto en el Congreso de la Nación el 1º de marzo sorprendiendo a muchos: ¿por qué introduce este tema, que no estaba en el debate político argentino? No pocos opinan (como el conocido periodista Hugo Alconada en New York Times), que se trata de una fina jugada política. Por un lado asume como propio un proyecto que se estaba fraguando en la oposición con ánimo de desgastar al oficialismo, y por otro aparta las miradas de la opinión pública de otros asuntos más incómodos de su gestión, como la marcha de la economía. La excusa para los provida es que de este modo conseguirá limar los aspectos más agudos del proyecto que de todas maneras se iba a debatir una vez que lo presentara la oposición
El problema es que a cambio se debate si es legal matar a muchos inocentes.
El dilema de Poncio Pilatos entre justicia y habilidad política sigue vivo.
Publicado en Religión Confidencial