Oh Jesús, Pontífice Eterno, Buen Pastor, Fuente de vida,
que por singular generosidad de tu dulcísimo Corazón
nos has dado nuestros sacerdotes
para que podamos cumplir plenamente los designios de santificación
que tu gracia inspira en nuestras almas;
te suplicamos:
ven y ayúdalos con tu asistencia misericordiosa.
Sé en ellos, oh Jesús,
fe viva en sus obras,
esperanza inquebrantable en las pruebas,
caridad ardiente en sus propósitos.
Que tu palabra, rayo de la eterna Sabiduría,
sea, por la constante meditación,
el alimento diario de su vida interior.
Que el ejemplo de tu vida y Pasión
se renueve en su conducta y en sus sufrimientos
para enseñanza nuestra,
y alivio y sostén en nuestras penas.
Concédeles, oh Señor
desprendimiento de todo interés terreno
y que sólo busquen tu mayor gloria.
Concédeles ser fieles a sus obligaciones con pura conciencia
hasta el postrer aliento.
Y cuando con la muerte del cuerpo entreguen en tus manos la tarea bien cumplida,
dales, Jesús, Tú que fuiste su Maestro en la tierra,
la recompensa eterna:
la corona de justicia en el esplendor de los santos.
Amén.
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