Vida Sacerdotal - Vocación de servicio

… Y sin embargo, soy sacerdote (y estoy orgulloso de mis colegas)

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De un tiempo a esta parte, algún lector de la prensa podría sacar la impresión de que en los sacerdotes están concentrados los sujetos más viciosos de la humanidad: rara es la semana en la que no se airea algún escándalo protagonizado por un clérigo.

Vaya por delante que no pretendo justificar a los sacerdotes que cometen un acto gravemente reprobable. Condeno cualquier acto inmoral cometido por cualquier persona, sea sacerdote o no. Si además el acto es constitutivo de delito, apruebo que la justicia intervenga con toda la fuerza de la ley, sin mirar si el culpable es sacerdote o no.

Un sacerdote en Nueva York
Un sacerdote en Nueva York

Sin embargo, pienso que cualquier sacerdote debería estar orgulloso de la valía humana de sus hermanos en el sacerdocio y de su entrega a los demás y su amor a Dios y al prójimo.

Ya ha habido muchos que han mencionado que los casos de corrupción sexual o económica entre los sacerdotes se dan en una auténtica minoría y que los medios de comunicación hacen un cubrimiento desproporcionado de estos casos. Como ha recordado Mons. Lombardi, portavoz de la Santa Sede, “los datos recientemente proporcionados por las autoridades en Austria dicen que en un mismo periodo de tiempo los casos comprobados en instituciones relacionadas con la Iglesia son 17, mientras que ha habido otros 510 en otros ambientes. Es bueno preocuparse también de estos”.

Estoy de acuerdo con esas ideas. Sin embargo, como sacerdote esta argumentación no me resulta suficiente. No se trata solo de que entre los sacerdotes la incidencia delictiva es menor que en otros sectores. El hecho es que entre los sacerdotes se encuentran seguramente los ciudadanos más ejemplares en cualquier país. En una búsqueda sencilla en Santopedia.org se puede comprobar que en el siglo XX ha habido, hasta el momento, 1010 santos y beatos; de ellos, 362 son sacerdotes, 39 obispos y 2 papas, San Pío X y el Beato Juan XXIII. Esto es, el 40 por ciento de los santos son sacerdotes, lo que da una proporción elevadísima. El lector me disculpará si en este recuento considero todo el siglo XX, pero un proceso de beatificación suele durar varios decenios ‑muchos duran siglos‑ mientras que un proceso penal suele durar un año o dos. Por otro lado, al hablar de los delitos de los sacerdotes se están sacando hechos inmorales que sucedieron a veces hace 40 años.

¿Qué sector de la sociedad en el siglo XX puede ofrecer un elenco de ciudadanos tan entregado al servicio de los demás como el clero? Algunos dieron su vida por el prójimo como San Maximiliano Kolbe, o recogieron ancianos y pobres desamparados como San Luis Orione, denunciaron las atrocidades del régimen nazi y dieron su vida por ello como el Beato Jacobo Gapp, o las del régimen stalinista como el Beato Vicente Eugenio Bossilkov o el genocidio turco con los armenios como el Beato Ignacio Maloyan. San Carlos de Foucauld vivió entre los tuaregs haciéndose uno entre ellos, San Ezequiel Moreno fue misionero en Filipinas.

¿Quiere inspirarse en un activista sindicalista? El jesuita chileno San Alberto Hurtado puede ser su modelo. ¿Conoce a alguien que se haya enfrentado a las tropas soviéticas? El Beato ucraniano Andrés Iscak lo hizo y dio su vida por ello. ¿Y alguien que se haya enfrentado a las tropas nazis? Los Beatos polacos Francisco Stryjas y Francisco Rogaczewski lo hicieron; uno acabó fusilado y el otro murió en Dachau. ¿Ha defendido Ud. a alguna chica de quienes pretendían violarla? San Luis Versiglia y San Calixto Caravario defendieron a tres chicas en China y encontraron la muerte por ello. ¿Considera impenetrable la cultura china? San José Freinademetz, de origen tirolés, se hizo chino entre los chinos para dar a conocer a Cristo. ¿Le gustaría pertenecer a la nobleza? El beato Marcelo Spínola, arzobispo de Sevilla, era hijo de un marqués y se dedicó tanto al servicio de los pobres que le llamaban el arzobispo mendigo. Son solo unos pocos ejemplos, pero se podrían multiplicar por mucho y eso sin salir del siglo XX. ¿Hay algún sector profesional tan entregado al servicio a los demás como el de los sacerdotes?

Soy sacerdote y estoy orgulloso de serlo, no solo porque he meditado muchas veces en la dignidad que tenemos por la gracia de Dios, sino también porque me emociona pensar en los ejemplos de mis hermanos sacerdotes. San Josemaría Escrivá de Balaguer ‑otro sacerdote santo reciente‑ predicó que la santidad no es un privilegio exclusivo de sacerdotes y religiosos y yo me hago eco de sus enseñanzas, pero es innegable que entre los sacerdotes es fácil encontrar ejemplos heroicos de servicio a la sociedad.

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