Vida Sacerdotal - Información para sacerdotes

Viaje apostólico de su santidad el Papa Prancisco
a Portugal
con motivo de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud

(2-6 de agosto de 2023)

Vísperas con los obispos, sacerdotes, diáconos,
consagrados, consagradas, seminaristas y agentes pastorales

Homilía del santo padre

Monasterio de los Jerónimos, Lisboa
Miércoles, 2 de agosto de 2023

Queridos hermanos obispos,
queridos sacerdotes, diáconos, consagradas, consagrados, seminaristas,
queridos agentes pastorales, hermanos y hermanas: Boa tarde!

Me siento feliz de estar entre ustedes para vivir junto a tantos jóvenes la Jornada Mundial de la Juventud, pero también para compartir vuestro camino eclesial, vuestros cansancios y esperanzas. Agradezco a Mons. José Ornelas Carvalho las palabras que me ha dirigido; deseo rezar con ustedes para que, como ha dicho, podamos ser, junto con los jóvenes, audaces en abrazar "el sueño de Dios y encontrar caminos para una participación alegre, generosa y transformadora, para la Iglesia y la humanidad". Y esto no es chiste, es un programa.

Es la soledad, estúpidoDesde la campaña electoral norteamericana de 1992, que llevó a la presidencia a Bill Clinton, se hizo famosa la frase «Es la economía, estúpido». Su rival era George Bush, que era el presidente en ejercicio y gozaba de la mayor popularidad de la historia: acababa de derrotar a Iraq en la primera guerra del Golfo y ofrecía al electorado el triunfo en la Guerra Fría, presentando a los Estados Unidos como la única superpotencia del planeta. Bush parecía invencible.

Pero a los asesores de Bill Clinton se les ocurrió esta frase, que se convirtió en el lema no oficial de la campaña. Con ella querían enfocar a los ciudadanos en los asuntos que realmente le importaban en el día a día, y que dejaran de pensar en los innegables méritos de la presidencia de Bush. El éxito de la campaña fue evidente, pues Clinton derrotó a Bush contra todo pronóstico.

El Papa es argentino, el prefecto de Doctrina de la Fe es argentino, Messi es argentinoRecuerdo cuando hace diez años eligieron al Cardenal Jorge Bergoglio como nuevo Papa para suceder a Benedicto XVI. Las campanas de las iglesias repicaron en toda Argentina, y todos de un día para otro se hicieron amigos de los sacerdotes. A mí me saludaban sin conocerme por las calles de Buenos Aires, en los colectivos y en el tren urbano, solo porque era sacerdote. Las fachadas de las casas se poblaron de banderas argentinas y vaticanas, y las iglesia se llenaron.

Una alegría parecida ocurrió hace medio año, aunque por un asunto de distinta naturaleza: después de la final del Mundial en Qatar todos salieron a la calle cuando Argentina se proclamó campeona . Espontáneamente las calles de Buenos Aires se inundaron de gente que fueron al Obelisco en la avenida 9 de Julio, por varias semanas todos lucían su camiseta albiceleste en parques, subtes y hasta en los kioscos y lugares de trabajo (es sorprendente que de repente salieron varios millones de ellas a la vez) y la figura de Messi aparecía en todos los medios.

El Cardenal confesor de PompeyaSeguro que en la reciente convocatoria de nuevos integrantes del Colegio de Cardenales que se acaba de dar a conocer, un nombre a muchos ha sorprendido: es el del Padre Luis Pascual Dri, capuchino. Es indudable que los demás nuevos purpurados tienen méritos sobrados para ser distinguidos con la birreta y han prestado enormes servicios a la Iglesia en puestos claves. Y a este nuevo Cardenal se le puede aplicar la misma consideración: sus merecimientos son enormes. La diferencia es que los ha realizado de modo distinto: el Padre Dri ha pasado muchos años en la iglesia de Nuestra Señora de Pompeya, uno de los santuarios más populares de la ciudad de Buenos Aires, dedicado al ministerio de la confesión, y aún (casi centenario) lo sigue haciendo.

Son los mismos méritos, diría yo, que el de cualquier otro sacerdote que se dedique con tanta dedicación a esta obra de misericordia. Él fue distinguido con este nombramiento porque el Papa Francisco lo conocía desde hace años. De hecho varias veces ha hablado de él: la última vez el año pasado en un curso para confesores. En esa ocasión dijo de él:

Carta a los sacerdotes felices de serloHomilía en forma de carta que Mons. Mario Delpini, arzobispo de Milán, pronunció en el seminario de su archidiócesis el 9 de mayo, fiesta de las Flores.

Queridos hermanos:

Deseo daros las gracias por vuestro ministerio y por vuestra vida entregada.

Me dicen que sois sacerdotes ordinarios, sacerdotes de todas las edades, sacerdotes que ejercéis todo tipo de ministerio, sacerdotes que estáis en todas las partes de nuestra diócesis. Me dicen que vivís años de pleno vigor y salud y también años de cansancio, de enfermedad, años agobiados por el peso de los años.

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