Vida Sacerdotal - Noticias de 2003

Comunicado final del encuentro de cardenales estadounidenses en Roma

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Conclusiones de la reunión celebrada entre el 23 y el 24 de abril

Entre el 23 y el 24 de abril de 2002, se celebró una reunión extraordinaria en el Vaticano entre cardenales de Estados Unidos, la presidencia de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, y los responsables de algunos organismos de la Santa Sede sobre el tema del abuso sexual de menores.

La reunión fue convocada con el objetivo de alcanzar tres metas:

-por parte de los obispos estadounidenses, para informar a la Santa Sede sobre las dificultades que han tenido que afrontar en los recientes meses;

-por parte de los organismos romanos, para escuchar directamente de los cardenales estadounidenses y de los dirigentes de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos una evaluación general de la situación;

-y todos juntos, para encontrar maneras para avanzar en la manera de afrontar estos asuntos.

Como es sabido, el Santo Padre recibió al grupo de trabajo en su biblioteca privada al final de la mañana del martes, 23 de abril, y ofreció un discurso programático. Hoy, al final de la sesión de la mañana, Su Santidad ha invitado a los cardenales y obispos norteamericanos a comer, para continuar la discusión sobre algunos de los temas suscitados en la reunión.

Los participantes quieren ante todo expresar su gratitud unánime al Santo Padre por sus indicaciones claras en la dirección y en el compromiso que hay que tomar. En comunión con el Papa, reafirman algunos principios básicos:

1) El abuso sexual de menores es justamente considerado como un crimen por la sociedad y es un abrumador pecado ante los ojos de Dios, en particular cuando es perpetrado por sacerdotes y religiosos, cuya vocación es la de ayudar a las personas a vivir santamente ante Dios y los hombres.

2) Es necesario comunicar a las víctimas y sus familiares un profundo sentido de solidaridad y ofrecerles la asistencia apropiada para que recuperen la fe y reciban atención pastoral.

3) Si bien los casos de auténtica pederastia por parte de los sacerdotes y religiosos son pocos, todos los participantes reconocieron la gravedad del problema. En el encuentro, se discutió sobre los términos cuantitativos del problema, pues las estadísticas no son muy claras al respecto. Se prestó atención al hecho de que casi todos los casos se refieren a adolescentes, y por tanto no son casos de auténtica pedofilia.

4) Dado que la relación entre celibato y pederastia no puede ser sostenida científicamente, la reunión reafirmó el valor del celibato sacerdotal como un don de Dios a la Iglesia.

5) Dadas las cuestiones doctrinales subrayadas por los deplorables comportamientos en cuestión, se propusieron ciertas líneas de respuesta:

a) los pastores de la Iglesia necesitan promover claramente la correcta enseñanza moral de la Iglesia y reprender públicamente a los individuos que la contradicen y a los grupos que presentan enfoques ambiguos de la atención pastoral;

b) se debe realizar sin demora una nueva y seria visita apostólica de los seminarios y otros institutos de formación, dando particular importancia a la necesidad de la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, especialmente en el área de la moral, y a la necesidad de un estudio más profundo de los criterios de idoneidad de los candidatos al sacerdocio;

c) Los obispos de la Conferencia Católica de Estados Unidos deberían preparar una petición a los fieles para que se unan a ellos en la observación de un día nacional de oración y penitencia, en reparación por las ofensas perpetradas y para pedir a Dios la conversión de los pecadores y la reconciliación de las víctimas.

6) Todos los participantes han visto este momento como una llamada a una mayor fidelidad al misterio de la Iglesia. En consecuencia, ven la hora actual como un momento de gracia. Si bien reconocen que se necesitan de manera indispensable y urgente criterios prácticos de conducta, no podemos minusvalorar, como decía el Santo Padre, «el poder de la conversión cristiana, esta decisión radical de abandonar el pecado y de regresar a Dios, que alcanzar las profundidades del alma de una persona y que puede producir un cambio extraordinario».

Al mismo tiempo, como afirmó también Su Santidad, «la gente necesita saber que no hay lugar en el sacerdocio y en la vida religiosa para quienes dañan a los jóvenes. Tienen que saber que los obispos y los sacerdotes están totalmente comprometidos en la plenitud de la verdad católica sobre asuntos de moral sexual, una verdad tan esencial a la renovación del sacerdocio y del episcopado, como a la renovación de la vida matrimonial y familiar».

Como volvía a decir el Papa, nadie «debería olvidar el inmenso bien espiritual, humano y social que la gran mayoría de los sacerdotes y religiosos en Estados Unidos han hecho y siguen haciendo. La Iglesia católica en vuestro país siempre ha promovido los valores cristianos con gran vigor y generosidad, de manera que ha ayudado a consolidar todo lo que hay de noble en el pueblo estadounidense. Un gran obra de arte ha sido manchada, pero conserva su belleza; es una verdad que toda crítica intelectualmente honesta reconocerá. A las comunidades católicas en Estados Unidos, a sus pastores y miembros, a religiosos y religiosas, a los profesores de las universidades y escuelas católicas, a los misioneros estadounidenses en todas las partes del mundo, se
dirige el profundo agradecimiento de toda la Iglesia católica y la gratitud personal del obispo de Roma».

Por esta razón, los cardenales y los obispos presentes en la reunión han enviado hoy un mensaje a todos los sacerdotes de Estados Unidos, sus colaboradores en el ministerio pastoral.

Como parte de la preparación para la reunión de junio de los obispos estadounidenses, los norteamericanos presentes en la reunión de Roma presentaron a los prefectos de las Congregaciones romanas las
siguientes propuestas:

1) Proponemos enviar a las respectivas Congregaciones de la Santa Sede un conjunto de medidas nacionales para que la Santa Sede las revise debidamente («recognitio»), y que se establezcan los elementos esenciales de la política que hay que seguir para afrontar el abuso sexual de menores en las diócesis y en los institutos religiosos en Estados Unidos.

2) Propondremos que la Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos establezca un proceso especial para la expulsión del estado clerical de los sacerdotes de quienes se sepa que son culpables de abuso sexual de menores repetido y agresivo.

3) Reconociendo que el Código de Derecho Canónico cuenta ya con un proceso judicial para la expulsión de los sacerdotes culpables de abuso sexual de menores, propondremos también un proceso especial para aquellos casos que no son conocidos pero en los que el obispo diocesano considere que el sacerdote representa una amenaza para la protección de los niños y los jóvenes, con el fin de poder evitar graves escándalos en el futuro y salvaguardar el bien común de la Iglesia.

4) Propondremos una visita apostólica en los seminarios y casas de formación religiosa, prestando una atención especial a sus requisitos de admisión y a la necesidad de enseñar en su integridad la doctrina moral de la Iglesia católica.

5) Propondremos que los obispos de Estados Unidos hagan todos los esfuerzos posibles para responder al reto planteado por el Santo Padre para que la crisis actual «lleve a un sacerdocio, a un episcopado y a una Iglesia más santos».

6) Proponemos que los obispos de Estados Unidos establezcan una jornada de oración y penitencia en toda la Iglesia en este país para implorar la reconciliación y la renovación de la vida eclesial.

En el Vaticano, 24 de abril de 2002

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